Beatrice y el huerto de Maramba

Beatrice y el huerto de Maramba

Nos encanta compartir la vida de las personas locales con las que trabajamos porque creemos que, de esta forma, es más fácil conocer el país y sus circunstancias. Beatrice Kantine, una de las «reinas» del huerto de Maramba, empresa social con las que trabajamos en Zambia, nos cuenta cómo llegó hasta aquí.

Nació en 1939 y aunque comenzó a estudiar en 1964, cuando estaba en 7º de primaria tuvo que dejar la escuela porque su padre murió y no había nadie que le pudiese pagar las tasas escolares. A partir de este momento su vida cambió por completo, se tuvo que ir a vivir con su primo y su esposa y no pudo hacer nada con su vida hasta que se casó, allá por 1973, con un policía con el que Beatrice tuvo, nada menos y nada más, que cinco niñas y cuatro niños.

En 1982 empezó a trabajar como maestra de preescolar hasta 1989. En el fondo era una afortunada porque en aquella época había muchos trabajos y poca gente había ido al colegio, así que, le pareció una buena idea terminar el último curso de primaria con el objetivo de ampliar sus posibilidades laborales.

Unos años más tarde, en mayo de 1994, murió su marido lo que le obligó a irse a vivir a su pueblo. Allí y ese mismo año murieron también dos de sus hijos.

Parecía que era momento de cambio y decidió volver a Livingstone. Estuvo un tiempo sin trabajar hasta que comenzó a vender judías, harina, escobas africanas y arroz en el mercado de Maramba, una comunidad que sería importante en su vida…

Según cuenta Beatrice su llegada a Maramba Home Based Care (MHBC) se podrujo en 2004. «Alguien me preguntó si podía unirme al grupo de MHBC como voluntaria. Me pareció un proyecto interesante y a día de hoy sigo siendo parte de él».

El grupo MHBC fue durante muchos años una plataforma a través de la cual se combatió el incesante incremento del sida en la población (cerca del 30%). Gracias a este proyecto había casas para acoger y cuidar a los enfermos por todos los distritos de Livingstone y trabajaban mano a mano con los centros médicos.

«Durante todo este tiempo he recibido muchas cosas positivas de este grupo y además he aprendido muchísimo formando parte de él: a criar pollos, a cultivar verduras, setas…». Parte del día de Beatrice se desarrolla en el huerto de MHBC donde se presentan continuos retos a los que hacer frente. Por ejemplo, según explica, «es difícil mantener el crecimiento de las setas y no acaban de funcionar bien, pero diariamente intentamos que esto salga adelante». Tampoco es fácil lograr que los cultivos se vendan y eso es lo más importante porque de ahí sale el beneficio que se revierte en la comunidad.

En estos desafíos y muchos más se encuentra sumergida KUBUKA desde 2014. Beatrice explica cómo llegamos a su vida. «Al principio, nos ayudaron con 1000 kwachas (100 euros) para que cada uno pagásemos las tasas escolares de nuestros hijos y a partir de ahí construimos una historia de confianza mutua. KUBUKA sigue apoyándonos, se encarga de comprar fertilizante y semillas para el jardín; gracias a ellos también contamos con un motor eléctrico que bombea agua a un tanque para poder regar nuestro huerto y, siempre hay algún voluntario que viene a aportar su granito de arena». «Lo cierto es que estamos muy agradecidos y siempre lo estaremos porque sin ellos hubiera sido mucho más difícil sacar este negocio adelante»

Este es un perfecto ejemplo de colaboración en la que se aprovecha una iniciativa que ya está puesta en marcha por las personas locales y se refuerza para que salga adelante, porque lo que nunca olvidamos es que ellos son los que mejor conocen su sociedad y, por tanto, el tipo de empresas que pueden funcionar. Por este motivo, estamos ahí, ponemos manos, cabezas pensantes, recursos…, lo que haga falta, pero dejamos que sean ellos quienes lleven las riendas para seguir cumpliendo el objetivo de todos los proyectos en los que colaboramos… Poder irnos.

 

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