Imagina. Es un día normal y estás en tu casa. De repente, te entran ganas de ir al baño. Tienes dos opciones: puedes caminar unos 600 metros y pagar para poder utilizar una letrina comunitaria o hacer tus necesidades en una bolsa de plástico, bolsa que luego solo puedes tirar al suelo o al río, porque a tu alrededor no hay ni basuras, ni ningún sistema de recogida de residuos. Ahora imagina que eres mujer y que es de noche. Las opciones se reducen, y solo puedes usar la bolsa de plástico, porque andar hasta la letrina supone poner en peligro tu integridad física y psíquica, ya que corres el riesgo de ser violada o agredida.
Estás en Kibera, el que a menudo se describe como el barrio de chabolas más grande de África. Probablemente sea cierto, porque aunque no hay datos exactos, se estima que en una superficie de 2,5 kilómetros cuadrados viven entre medio millón y un millón de personas, lo que hace que Kibera sea uno de los lugares con mayor densidad de población del mundo.
Todas esas personas no tienen acceso a los más básicos sistemas de saneamiento y gestión de deshechos humanos. Así, aparecen fenómenos como el conocido como «flying toilets» o retretes voladores. La gente defeca en bolsas de plástico que luego lanza por la ventana. Las bolsas caen en los tejados, o directamente en el suelo. Con las lluvias, las heces acaban en el río. Esto tiene unas consecuencias tremendas como la contaminación de las aguas y la propagación de enfermedades y epidemias letales como el cólera. Esta situación contribuye de forma importante a la alta tasa de mortalidad infantil en este barrio de chabolas de Nairobi, en el que 1 de cada 5 niños no supera los 5 años.
Además de esto, la falta de saneamiento acarrea problemas sociales, como el aumento del riesgo de sufrir abusos sexuales o violaciones en las mujeres, que solo pueden acceder a letrinas públicas o que, en el peor de los casos, han de hacer sus necesidades en plena calle.
Según Naciones Unidas, alrededor de 2500 millones de personas en el mundo no tienen acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas, como retretes o letrinas.
En 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas y el Consejo de Derechos Humanos reconocieron el agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y el resto de derechos humanos. Además, reducir a la mitad la proporción mundial de personas sin acceso sostenible a servicios básicos de saneamiento es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que 189 países acordaron conseguir para el año 2015. Hoy, a 212 días para que acabe el año, el objetivo está lejos de cumplirse.
Pero hay lugar para la esperanza. Las cosas han mejorado mucho, en parte gracias a iniciativas como las de Peepoople, una empresa social sueca fundada en el año 2006. El producto que comercializan, ideado por el arquitecto y profesor Anders Wilhelmson, es una bolsita de plástico biodegradable diseñada para que la gente defeque dentro. La bolsita contiene una pequeña cantidad de urea, un químico que, al cerrar la bolsa con un nudo, reacciona con los gases que desprenden las heces y mata las bacterias y patógenos peligrosos. A partir de ahí, en espacio de cuatro semanas, la bolsa se descompone, convirtiéndose en un fertilizante y sin contaminar el suelo o el agua. Además, el usuario también tiene la posibilidad de llevar las bolsitas utilizadas a un punto de recogida, recibiendo de vuelta una parte del dinero invertido. Peepoople comercializa después el fertilizante, que ya utilizan muchos agricultores kenianos.
Peepoople ha conseguido convertir un problema gravísimo que afecta a millones de personas en el mundo, en una forma de generar riqueza de forma sostenible. Ha dignificado las condiciones de vida de muchísima gente, al tiempo que ha mejorado la salud de miles de personas y salvado la vida de otras tantas, al reducir el número de muertes provocadas por la ingestión de agua y alimentos contaminados. Presente actualmente en 10 países, Peepoople también vende su sistema de saneamiento a organizaciones de ayuda humanitaria, agencias de la ONU y gobiernos como respuesta rápida y fácil en situaciones de emergencias humanitarias o en campos de refugiados.
Peepoople ha ideado un producto rentable, y una solución rápida, segura y económica para uno de los desafíos más grandes y problemas más graves a los que se enfrenta la Humanidad. Una muestra más de cómo es posible generar cambio y riqueza a partir de algo aparentemente inútil, un ejemplo más de que es posible crear un desarrollo sostenible y cambiar el mundo a partir del emprendimiento social.
Isabel