El 7 de junio de 2014 conocí a Sara en Good Samaritan Children’s Home, un lugar sobre el que se ha escrito mucho en este blog, un orfanato que queda muy lejos de ser un hogar para los más de 200 niños que viven en él. Sara no se anduvo con rodeos aquel día: tenía 17 años y estaba embarazada de 5 meses. Necesitaba ayuda, su vida estaba bloqueada, había intentado quitarse la vida, había dejado de ir al colegio, Mama Mercy no quería que viviese en el orfanato por ser un mal ejemplo para el resto de niños… y el bebé se hacía notar cada día un poco más. Desde que la conocí, algo muy fuerte nos unió, fue una conexión increíble y me sentí afectada por su problema como si fuese mío. Sabía que Sara me iba a cambiar la vida, sabía que aquello iba a suponer un antes y un después para mí, tenía que ayudarle a salvar su vida y la del bebé.
La implicación de todo el equipo de Más Por Ellos fue increíble, en poco más de una semana Sara tenía una cama en una casa de niñas embarazadas en la que estaría cuidada y a salvo hasta el nacimiento, a partir del cual Más Por Ellos se comprometió a cuidar de ella y del bebé en la casa de acogida de Tala.
El 3 de octubre de 2014 recibí una llamada: Baby Elisa había nacido, era una niña muy sana y muy feliz. Como le gusta contar a Sara, al nacer Elisa demostró que estaba sana con risa y no con llanto como el resto de niños. Ese día fue sin duda uno de los más felices de mi vida. El nombre que Sara eligió para ella, Elisa, fue un gesto de amor y agradecimiento hacia mí y hacia Más Por Ellos. Fue un gesto que me hizo muy feliz y que ha creado en mi un sentimiento de responsabilidad por el futuro de Sara y de la pequeña Elisa.
Volví de Kenia hace dos semanas, durante este año no he pensado en otra cosa que no fuese volver a Nairobi para poder conocer a la bebé y poder abrazar a Sara. El momento en el que las vi en el aeropuerto, Sara llorando y Elisa riendo al verme fue uno de esos momentos que congelarías para el resto de tu vida. He tenido la suerte de pasar mucho tiempo con ellas dos, he reforzado el amor que siento por ellas y lo que me importan. Me gustaría poder explicar con palabras lo que he sentido cada vez que veía a Sara sonreír, cada vez que me sentaba a hablar con ella de millones de cosas, cada vez que comparaba su felicidad con el agobio de la niña pequeña que nos pidió ayuda hace un año, cada vez que escuchaba las carcajadas de Elisa, su forma de lanzar besos y de hacer el indio. Sin duda, una parte de mí se ha quedado con ellas y estará siempre ahí. Sara quiere ser médico para devolverle al mundo lo que Más Por Ellos le ha dado; y no tengo ninguna duda de que algún día seré su paciente.
Quisiera acabar esta entrada dándole las gracias a Más Por Ellos por haberme regalado la mejor experiencia de mi vida, y por preocuparse por personas con nombre y apellido: por salvar vidas aunque ello suponga salirse del marco estricto de sus programas. Porque Sara Wanjugu, Dorkas Aswani, Eric Otieng, Victor Boyce… son personas que os deben la vida.
Elisa