Hoy la tierra keniana respira un poco más profundo, los árboles extienden sus raíces unos centímetros y los elefantes, rinocerontes, cebras, jirafas, leones y otros amigos y compañeros celebran una gran fiesta al saber que el Gobierno ha prohibido la fabricación, importación y uso comercial de bolsas de plástico en todo el país.
Ya no hay excusas, tras años retrasando la medida interponiendo múltiples recursos, parece que esta batalla la ha ganado el medio ambiente. Así nos lo ha comunicado NEMA (Autoridad Nacional de Gestión Medioambiental), a través de un mensaje de texto en el móvil, a todas las personas con línea registrada en este país.
La ministra de medio ambiente, Judy Wakhungu, afirma que una bolsa de plástico tarda en biodegradarse o desaparecer entre 20 y 1000 años, y se calcula que los kenianos utilizan más de 280 millones de bolsas al año, 100 de ellos producidos por supermercados y outlets. No hace falta hacer muchos cálculos para darse cuenta de que este desecho difícilmente reciclable (al menos en el mercado local), supone un gran problema en la gestión saludable de residuos, y más que eso, una “pesadilla medioambiental” como ella misma ha definido.
Tras el periodo de gracia, quien sea sorprendido produciendo, vendiendo o portando bolsas plásticas, podrá ser multado con hasta 38.000 dólares o pena de cárcel de hasta 4 años en los casos más graves. Kenia no es el primer país africano que adopta esta medida: Uganda, Ruanda, Mauritania y Eritrea son algunos de los que se le han adelantado; a pesar de que este sea el tercer intento de aplicar la ley en el país en los últimos 10 años.
Por supuesto, la aplicación de esta ley también tiene algunos contras y por lo tanto opositores. Las empresas productoras de bolsas plásticas en el país han estimado que la prohibición destruirá 80.000 puestos de trabajo que tendrán que reubicarse en otros sectores.
Sin embargo, los intereses comerciales no deben ser prioritarios a la hora de aplicar medidas gubernamentales al respecto y el problema de la gestión de residuos no tiene solo impacto medioambiental, sino que también afecta directamente a la salud pública. Los animales suelen pastar en la basura y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dice que gran cantidad de bolsas de polietileno son sacadas del ganado en los mataderos de Nairobi aumentando los temores de contaminación plástica en la carne.
Por todas estas razones la mayoría de comercios como los supermercados ya han empezado a distribuir bolsas de papel gratuitas y bolsas de tela reutilizables a bajo coste (10 céntimos de euro al cambio), e incluso las pequeñas tiendas han empezado a aplicar las mismas medidas.
Desde KUBUKA y especialmente desde nuestro proyecto KLEANBERA RECYCLING, apoyamos enérgicamente la medida. Aunque en los últimos años hemos intentando realizar algunas actividades de concienciación en Kibera para reducir la acumulación de estos desechos, tales como: limpiezas voluntarias; talleres de ecoladrillos con los niños de las escuelas apadrinadas y posterior construcción de una letrina con este material elaborado con botellas y bolsas de plástico; etc. consideramos que el problema, por su magnitud, es inabarcable si el Gobierno no se compromete.
Por ello damos la enhorabuena a quienes defienden los intereses de la indefensa naturaleza y mucha fuerza para que puedan seguir haciéndolo.