«La temperatura es de 32 grados y si miran a la derecha podrán ver las cataratas Victoria. Bienvenidos a Livingstone.’’ Y así, a punto de aterrizar, se me dibujaba una sonrisa de oreja a oreja y me recorría un sentimiento por todo el cuerpo…un sentimiento que trasladado a palabras sería algo así como ‘’¡Qué gusto! Estoy en casa’’.
Hace solo unas horas que he vuelto de mi mes y medio de vacaciones. Tomé la decisión de irme a conocer otro continente porque hacía más de dos años que no me tomaba más de una semana para desconectar y viajar que siempre me ha gustado. Concretamente desde julio de 2013, cuando empezamos Más Por Ellos.
Desde ese momento (ahora que lo escribo me doy cuenta todo el tiempo que ha pasado y parece que fue ayer) ha sido como una montaña rusa en la que te subes a un vagón y sin darte cuenta de repente viene una curva, luego una cuesta y sin previo aviso estas bajando a toda velocidad y luego subiendo otra vez y luego boca abajo…. y cuando empieza a ir más lento te das cuenta de todo el recorrido que llevas y no sabes cómo has sido capaz de llegar hasta ahí. Te llenas de alegría, de orgullo y de energía para la siguiente vuelta. Y así nos encontramos ahora con una casa de acogida con 22 niños, una empresa social llamada KIBERA CINEMAX, Kleanbera; una cooperativa y un proyecto de reciclaje, más de 400 niños apadrinados, Made in Kibera; un proyecto musical para darle el valor a Kibera que se merece, casi 20 puestos de trabajo generados y una escuela politécnica en camino.
Entre medias de toda esta montaña rusa de repente yo me subí a otro vagón que se movía en paralelo, pero en un carril independiente. Un vagón llamado Kubuka.
Era un vagón algo familiar, ya que hacía ocho años que había empezado a ir a Zambia cada año y desde entonces supe que algún día volvería y sería para largo. Ahí estaba, en un vagón, rumbo a Zambia, llamado Kubuka. Y sin previo aviso, una curva, un cruce con el vagón de Más Por Ellos, una cuesta, otro cruce con el vagón de Más Por Ellos, una bajada a toda velocidad y cuando ahora, algo más de un año más tarde, empieza a ir más lento, me doy cuenta de todo el recorrido que llevamos…
…Pienso en el nuevo proyecto; SAFE HOUSE, una casa de acogida para niñas adolescentes en situaciones vulnerables y en las ganas que tengo de ver como han mueblado la casa y como están avanzando con sus estudios.
…Me acuerdo de las risas y los bailes de las mujeres voluntarias de Maramba Home Based Care cuando voy un día y me dicen que ayer vendieron su cosecha en el mercado. Todo su esfuerzo y su tiempo dedicado a una de las comunidades más pobres de Livingstone, intentando generar ingresos con un huerto para mejorar la calidad de vida de sus vecinos.
…Intento contar de memoria todos los niños que hemos apadrinado para que una vez salgan del colegio primario de Mwandi puedan acceder a su educación secundaria. Se me escapa alguno, pero estamos cerca de los 100.
…Sonrío recordando las palabras de Alvin, el entrenador de futbol que Kubuka ha contratado para entrenar a más de 40 niños/as de la comunidad de Mwandi, cuando me dijo que hacía dos años la mitad de estos niños estaban siempre tirados por las calles, bebidos o perdiendo el tiempo y que ahora, les ve tan ilusionados con el futbol y con una motivación, por fin. Ahora a esto se añade el equipo de volley y de rugby que han empezado tres voluntarios.
…Acabo pensando en el restaurante, ZamMex, la empresa social en la que hemos invertido tanto tiempo y tanto esfuerzo para que algún día sea una fuente de ingresos para Kubuka y nuestro modelo de auto-sostenibilidad empiece a ser palpable.
Con todo esto, se me llena el cuerpo de ganas de tocar tierra, bajarme del avión y sentarme horas con Joyce, la directora de Kubuka en Zambia, escuchando como, con su sabiduría Zambiana y su experiencia vital, nos aconseja sobre los proyectos.
Ya con los pies en la tierra y el pasaporte en la mano, pienso en como el vagón de Kubuka nunca ha estado solo. Desde el primer momento Kubuka ha ido de la mano de Más Por Ellos. Ya queda poco para que los dos vagones, que ya están en un mismo carril, sean un mismo vagón: que haya una unión de equipos, de fuerzas, de objetivos, de energía, de ilusiones. Después de casi un año de trabajo por fin vamos a estar fusionados.
Elena Gomez Fortún