Ya desde España, y aun con el sabor reciente de esos atardeceres que te regala Kasiya cada día, me atrevo a escribir una letras sobre la experiencia vivida.
Difícil, muy difícil resumir en un post de 350 palabras el cúmulo de sentimientos, vivencias y sensaciones experimentadas durante las 2 semanas de “vida” en Kasiya. Y digo “vida” porque eso es exactamente lo que se me viene a la cabeza cuando pienso en Kasiya, porque sus mimbres son eso, “pura vida”.
Kasiya es como una cápsula del tiempo, aislada de las prisas de occidente, alejada de avances tecnológicos, sin luz ni agua corriente, sin industria, sin coches ni semáforos, sin edificios y sin hipotecas, a 1.000 años luz del consumismo y del individualismo en el que están sumidos los países más avanzados.
Kasiya es justo lo contrario. Kasiya es colectividad, familia, unión e inocencia en estado puro. Kasiya son sus gentes, sus miradas, sus sonrisas y sus abrazos…, hospitalidad, amor y cariño en cada rincón. En Kasiya el universo te regala los atardeceres más maravillosos de tu vida, y la oportunidad de conectar con lo más hondo de tu ser. Es un lugar increíble, en el que ducharse por la noche al aire libre, apenas con un barreño y una jarra, se convierte en el momento más esperado del día y a la vez el más mágico, porque te brinda la oportunidad de disfrutar de ese precioso manto de estrellas…
Gracias de corazón por este regalo.
Tras 7 meses de intenso trabajo damos un paso atrás, tomamos perspectiva, y agradecemos con el corazón en la mano haber podido impulsar un proyecto tan bonito como éste ¿Puede haber algo más gratificante que llevar luz y profesores titulados a peques tan necesitados como los niños y niñas de Kasiya? ¿puede haber algo más valioso que acercar esta luz de futuro a tantas y tantas familias?
El Quijote Team estará agradecido por siempre a KUBUKA y a las gentes de KASIYA por su hospitalidad y habernos abierto las puertas de sus casas
¡Twalumba Kapati!!
Daniel Romero, cofundador de Quijote Team.







