LA HISTORIA DE KLEANBERA – EMPRESA SOCIAL

LA HISTORIA DE KLEANBERA - EMPRESA SOCIAL

Hay dos cosas que hacen muy grande el proyecto de reciclaje “Kleanbera” en el barrio chabolista de Kibera, a pesar de ser pequeño en tamaño: su origen y su potencial de futuro.

La idea surgió hace unos tres años dentro de una comunidad de vecinos de la zona de Undugu, que estaban realmente preocupados por las pésimas condiciones de salubridad del barrio, derivadas de la acumulación de residuos. No querían seguir de brazos cruzados mientras seguían viendo a sus vecinos lanzar bolsas de basura al río, encontrando excrementos en el camino y viendo las calles repletas de plásticos que bien podrían reutilizarse.

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El mayor problema es la falta de concienciación sobre esta cuestión y el desconocimiento al respecto de las posibles soluciones. Así pues, se empezaron a movilizar para hacer reuniones y charlas con el resto de la comunidad, limpiezas voluntarias, para distribuir bolsas de basura y material, instalar pequeños contenedores donde verter los residuos de forma separada e informar a los vecinos sobre cómo llevarlo a cabo.

Nosotros nos cruzamos en su camino y decidimos darles la mano, la cual no hemos soltado hasta ahora. En este tiempo hemos ido conociendo su cultura, su forma de hacer las cosas, y por lo tanto hemos ido modificando este proyecto a la medida de las necesidades de su gente.

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En Kibera no se obtienen resultados si no das algo a cambio, esto es así porque la mayoría no tienen nada. Queremos contribuir a que sus vecinos se ganen la vida de una forma digna y además, creemos que es de vital importancia que mantengan un entorno más limpio y por lo tanto más libre de enfermedades. Así pues, combinamos ambas variables y obtenemos una gran idea: un espacio de compra-venta de materiales reutilizables.

Hasta ahora sólo tenemos un espacio/almacén en el que Wambugu, la persona contratada para su gestión, pesa los sacos de botellas, plásticos, suelas de zapatos, latas, chapas, cables y demás residuos que los vecinos recogen y entregan a cambio de un dinero por cada kilo. Los clientes se van a casa con unas monedas en el bolsillo y nosotros vendemos la mercancía a plantas de reciclaje. El margen obtenido lo utilizamos para pagar un sueldo y el alquiler del espacio.

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Como todo proyecto de emprendimiento con un corto recorrido, a día de hoy el negocio no es rentable; sin embargo, estamos caminando hacia la sostenibilidad económica porque el potencial es tremendo. La clave del éxito es aumentar en lo posible los pasos de la cadena de producción que dependen de nosotros y abaratar costes. Todo cabe en este proceso: apisonadoras de botellas, máquinas trituradoras de plástico, centrifugadoras que limpian los materiales, hornos para fundir y hacer nuevas creaciones, camiones para gestionar el propio transporte, etc.

Si dejamos volar la imaginación y trabajamos con la certeza de que esta empresa social puede, algún día, dar decenas de puestos de trabajo y generar un impacto positivo importante en el medio-ambiente de este barrio de chabolas, llegaremos muy lejos. Y lo haremos de la mano de la comunidad local, como siempre lo hemos hecho.

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