Hacer fotos me divierte. Esta es la mejor forma de describir mi relación con la fotografía, compañera que me ayuda a sentirme más cerca de la realidad.
Un domingo normal, en Langata, Nairobi. Después de casi ocho meses en este país parece que los domingos pasan y son como todos lo demás, un día sencillo y despersonalizado con la única función de anunciarte que al día siguiente empieza la semana otra vez. Al parecer, la capacidad de sorpresa del ser humano se reduce con el paso del tiempo en un mismo entorno.
Los bebés de Lisha Children’s Home pasaron todo el fin de semana en la casa de voluntarios de Nairobi junto con sus madres. Carlitos y Elisa no dejan de sonreir, les queda poco para andar, comen mucho y todo el mundo les quiere. Después de una copiosa merienda organizamos en casa “la fiesta de la ducha”. Eso fue para ellos y eso fue para mi, una fiesta.
Dos barreños de agua, un poco de jabón y montañas de espuma fueron suficientes para disfrutar de un domingo especial que hizo mucho más que anunciarme que el lunes llegaría mañana. Carcajadas, intentos de buceo, gritos de ilusión y olor a limpio y alegría se respiraban en el baño que, por supuesto, terminó completamente inundado.
Nuestros bebés se divirtieron mucho. Yo también. A través de mi cámara conseguí apreciar y congelar esa realidad tan fascinante que ese “domingo normal” me ofrecía.
Cada día tiene algo especial que puede sorprenderte; sólo hay que estar abierto a percibirlo, sólo hay que estar abierto a valorar la realidad.
Rocío Fairén
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