Lo que aprendí en África

Lo que aprendí en África

Ha pasado más o menos un año desde que volví de África. Hablo del continente, no de Kenia ni de Zambia, los países en los que trabajamos, porque soy una de las pocas voluntarias de KUBUKA  que ha tenido la fortuna de vivir esta experiencia encadenando los dos países. Estuve un mes y medio en Kenia y un mes en Zambia y a la pregunta de ¿con cuál te quedas?, me es imposible contestar. Me sucede lo mismo con otras cuestiones como… ¿qué es lo que más echas de menos?, ¿cuál fue tu aprendizaje?, ¿por qué engancha tanto África?

Lo cierto es que siempre que me han hecho estas preguntas, he buscado dentro de mí y he ofrecido una verdad, la más profunda que he podido encontrar en ese momento; pero, a pesar de ello, siempre me quedo con la sensación de que no ha sido la respuesta correcta, que no he expresado realmente el porqué, que en esas palabras no están plasmados todos mis sentimientos. De ahí, de esa sensación, proviene este blog, de esa sensación de querer expresar algo en su totalidad, con toda su grandeza, su realidad pero por más que lo intentas, no logras tu objetivo.

Y es que, a mi vuelta, una persona que sabe muy bien de lo que hablo me dijo, “no te vas a dar cuenta de todo lo que ha significado esta experiencia para ti hasta que pase algún tiempo”. Ella es la culpable o más bien, la que me ha regalado este espacio como por obra del destino.

Hoy, con 35 años, puedo decir con total seguridad que esos meses de voluntaria en Kenia y Zambia con KUBUKA han sido los más felices de mi vida. Para mí es sorprendente y un tanto aterrador afirmar esto cuando he tenido y tengo una vida que considero plena, con una familia maravillosa, amigos, trabajo, planes, aficiones, libertad y en la que no he experimentado grandes fracasos o tristezas. ¿Qué es lo que viví en África que lo hizo tan especial? Creo, que fue precisamente el no tener nada de esto, el estar conmigo misma, no sentirme atada a nada, vivir sin grandes expectativas, no tener la necesidad de adquirir bienes materiales, disfrutar sin preguntarme por el día siguiente, simplemente levantarme y aprovechar el día trabajando por mí, por los demás y aprendiendo de ellos y de todo lo que me rodeaba. Observando, en calma, sin prisa, poco a poco o, como dicen ellos, “pole, pole” (Kenia); “pangono, pangono” (Zambia).

Recuerdo, como si fuera ayer, que al inicio de mi aventura, Álvaro no me dio la mano al cruzar un riachuelo por el que teníamos que pasar cada día para llegar a Kibera (el slum en el que trabajamos), en ese momento la chica delicada de ciudad (yo) consideró que tenía un compi bastante desagradable pero la realidad es que él solamente me estaba enseñando, me preparaba para la gran cantidad de cosas nuevas que me iba a tocar hacer sin ayuda; de Raffy también aprendí muchísimo, lecciones sencillas pero importantes, como que la comida está lista cuando la pruebas y está rica (dedicación y tiempo); Jacky, Mary, Ann, Max…, las chicas, eran expertas en lucha, apoyo incondicional y risas; Patrick, un crack, solo hace falta seguridad y ganas para caminar; Paula me enseñó que hay que tener los pies en la tierra, no quedarse con la primera impresión y escarbar hasta llegar al fondo; Wambu a sonreír y a que las mentiras, si son piadosas, no son mentiras; Elizabeth a no dejar de aprender nunca; Steve a buscar el ángulo adecuado; mi querida Bea a defender tus ideas “like a lion”; Joyce a ganar el respeto a través del amor; Chola me mostró cómo lucirse; Nsofwa es la mejor acercándose despacito y consiguiendo grandes metas; Marcos, alegría y practicidad; Mary, un ejemplo de esfuerzo y de búsqueda; Sofía a hacer lo que debes, lo que quieres y además, disfrutarlo; Elena a luchar por lo que realmente merece la pena; Ioseba a mantener la calma y a actuar en consecuencia; Paloma a ampliar la perspectiva. Hay muchos que no nombro y también otras tantas situaciones que ejercieron de maestras pero todo, todito, lo llevo conmigo.

Después de tantas andanzas, de tanto crecimiento, cuando vuelves de días en los que sales guapa en todas las fotos porque todo tu ser irradia luz, te planteas ¿ahora qué?, ¿cómo haces para quedarte aquí?, ¿para seguir con tu vida en España?, o es que, ¿lo que realmente quieres es vivir allí?, ¿estás segura?, ¿quizás todo fue un bonito sueño que ya acabó y no se repetirá? Podría estar enmarañada en un millón de dudas pero, como hace mucho que aprendí que darle vueltas a las cosas no sirve de nada, empleo una técnica que también me proporcionó aquel continente y que yo he ido perfeccionando con el tiempo. Algo sencillo de ver pero difícil de aplicar: vivo mi realidad actual, la intento (ojalá algún día pueda eliminar esta palabra de aquí) disfrutar al máximo, empleo mi tiempo en aquello que me gusta y, de esta forma, fluyo. Porque estoy segura de que si África tiene que volver a mí o yo a ella, llegará sin más y yo seguiré, esté donde esté, el camino que me lleve a continuar sonriendo como nunca lo había hecho.

Gracias KUBUKA por el regalo, sigo disfrutando a otro nivel 🙂

María Simal Higelmo, voluntaria de KUBUKA

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