…De esas que hay muchas a nuestro alrededor, aunque no tantas en otros rincones del mundo. De esas que merecen la pena escuchar porque si las prestas atención y las interiorizas, te das cuenta del gran triunfo que suponen. No es una historia de amor aunque sin duda el amor ha jugado un papel importante en ella. Sobre todo es una historia de esfuerzo, de determinación, de esperanza, de lucha, de sueños, de apostar, de apoyo, de éxito. Es una historia alentadora que se resume en la mirada de un zambiano de 25 años, Makole, un estudiante de la comunidad de Mwandi (donde KUBUKA trabaja) que ha logrado terminar la Universidad. ¡Y no podemos estar más felices!
Siempre se dice que nadie decide en qué parte del mundo nacer, unos en el sur, otros en norte, en el este…, con uno u otro color de piel, cultura, costumbre, en conclusión, con una realidad distinta. Lo que sí depende de ti, de tu educación, tu personalidad, tus ideas…, es la manera en que una u otra persona afronta su vida. Aquí no hay excusa que valga, todos y cada uno de nosotros tomamos nuestras decisiones a pesar de que haya muchos factores externos que nos condicionen y de que lo tengamos más o menos fácil. Posiblemente este es el motivo principal por el que esta historia de éxito es tan motivadora e ilusionante.
Makole Matwi es huérfano desde que acabó la educación primaria, su abuelo falleció y en aquel momento no le quedaba otra opción que volver a su pueblo y dejar de lado los estudios. Pero, de repente, el guión de su destino dio un vuelco inesperado porque justo, en aquel momento en el que aún no había nacido KUBUKA, Elena, co-fundadora de la ONG, decidió apadrinar con su familia y amigos a una clase del colegio de Mwandi, para posibilitar que 30 niños, entre ellos Makole, pudieran continuar con sus estudios.
Pero no solo Elena fue el hada madrina de Makole, también lo fue Joyce, directora del colegio en aquel momento y actual directora de KUBUKA en Zambia, ya que ella decidió acogerle en su casa y, de esta forma, poder continuar estudiando. Joyce vio claramente el potencial de este chico tímido, educado y que destacaba por su inteligencia. En Linda High School estudió los cinco años de secundaria con unas notas excelentes y convirtiéndose, a gran velocidad, en una persona extremadamente responsable que además de estudiar, ayudaba en las tareas de la casa, se encargaba de los recados y estaba dispuesto en todo momento para lo que Joyce o cualquier persona de su comunidad le pudiera necesitar.
El siguiente paso era elegir carrera, porque con sus magníficas notas podía elegir lo que quisiera pero Makole lo tenía claro desde el principio, su sueño era ser enfermero. Comenzó Enfermería hace 4 años en David Livingstone School of Nursing lo que le ha permitido seguir viviendo en la casa de Joyce y poder ahorrarse el alojamiento. Su rutina ha sido ejemplar todo este tiempo, basada en el esfuerzo y la dedicación. Cada día se levantaba a las 3 de la mañana estudiaba hasta las 7am que entraba a clase y después se ponía a disposición de las necesidades que hubiera en su hogar.
Durante el último año de carrera ha trabajado en un Hospital realizando prácticas y allí, ataviado con su uniforme de enfermero y atendiendo a los pacientes te dabas cuenta de que su destino no podía haber sido otro. Porque Makole es una persona sensible con un don especial en el trato humano. De hecho, desde el nacimiento de KUBUKA, ha sido un apoyo para la ONG colaborando con los proyectos y dando ejemplo a los menores de la comunidad.
Se acaba de graduar, lo que en Zambia significa que su futuro está asegurado, que suceda lo que suceda Makole tiene un puesto de trabajo en la Sanidad Pública del país. Es increíble y satisfactorio poder escribir esto. Es la prueba de que el apoyo de los padrinos da sus frutos, de que es un dinero bien empleado porque hay muchos niños y niñas en Zambia y en otros países de África que lo único que necesitan es una oportunidad, que se confíe en ellos.
Gracias Makole por no tirar la toalla, por superarte, por confiar en ti.
¡Enhorabuena, llegarás allá donde quieras!