Mayo de 2014, un mes en Kenia.
Año y medio encargada de eventos de Kubuka (Más Por Ellos).
Agosto 2016 un mes en Kenia.
Paro, reflexiono:
Han pasado dos años, presiono el “pause”, y asimilo lo que he visto, lo que ha cambiado, lo que hemos conseguido.
Llego a Nairobi, y lo primero me adentro en Kibera, nada más entrar me recibe un edificio coronado por un letrero: “Grace Humanitas School”, esto no estaba aquí hace dos años pienso, entro, unos doscientos niños me reciben, una directora Elizabeth y siete profesores comprometidos en dar la mejor educación posible a estos niños. Ya son 200 niños más que hace dos años.
Continúo por Kibera, me saluda Eric, apoyado en sus dos muletas, con una pierna completamente sana, después de tres operaciones complicadísimas ya solo le falta una para poder andar; el año pasado iba a morirse de la infección si no se le operaba.
Llego a la calle principal de Kibera, miro a la derecha, y veo el logo de Kubuka (Más Por Ellos) sobre una de las casas, nuestra oficina. Dentro está trabajando Nesta, el responsable de la sacco, la cual ya cuenta con sus primeros miembros, y donde se reúnen los miembros de Made in Kibera mientras,tras asistir a sus respectivas clases de formación musical, piensan los próximos pasos para conseguir su estudio de grabación. Hace dos años no había oficina, ni existía la sacco, ni Made in Kibera.
A la izquierda un cine, me saluda Patrick, me muestra las películas que se van a proyectar, el cine ya está generando beneficios con los que podemos pagarle un salario y empezar a invertir en los otros proyectos. Tampoco había cine, ni conocí a Patrick.
Al lado del cine, Kleanbera, Wambubu me cuenta como recogen los residuos que les traen, los separan en plástico y metal, y los venden a la empresa de reciclaje. Kleanbera, otro gran proyecto nuevo, otro empleo. Una comunidad entera beneficiada.
Termino en St.Merys, colegio con unos 300 alumnos. También apadrinado por Kubuka (Más Por Ellos) con el que no colaborábamos hace dos años.
Viajo a Tala, veo un muro, una verja, la abro, contengo el aliento, no puedo creer lo que estoy viendo: dos casas para los voluntarios, dos casas para los niños, baños, duchas, un comedor, casa de la Mum que les cuida, casa de Eric el director, cocina, huerto, gallinas, campo de futbol, canastas, agua corriente… ¡y 21 niños jugando y riendo! Todo aquello que yo vi como una gran explanada, que eran planos y el sueño de unos cuantos jóvenes de España, se encuentra delante mío de forma tangible y es la casa de 21 niños.
A todo esto tengo que añadirle la nueva escuela politécnica, que no me dio tiempo a visitar, el colegio de St. Emmas donde van los niños apadrinados de Mama Mercy y la guardería.
Absorbo todo lo que he visto, y vuelvo con energías renovadas a España, porque merece la pena, merecen la pena las horas invertidas en organizar eventos, en reuniones de equipo, en leer mails, en buscar patrocinadores, colaboradores, socios o padrinos, cada minuto invertido merece la pena.
Estamos absorbidos en una rutina, en una vida acelerada, en un non-stop, que creo que ni los propios miembros del equipo somos conscientes de lo que entre todos hemos conseguido, y aquí os incluyo a todos vosotros: padrinos, socios, voluntarios, colaboradores, patrocinadores, los que nos seguís en redes, los que venís a los eventos… Sin todos vosotros todo esto no se estaría consiguiendo. Y sumémosle todos los proyectos en Zambia.
De África me traigo la energía de la gente, sus fuerzas en su lucha diaria, su “vivir el momento”, su generosidad, su positivismo, su sonrisa constante en la cara y la lección para la vida de lo que de verdad es importante.
Y a la vez, quiero trasmitir mi gratitud a todos aquellos que habéis hecho que Kubuka (Más Por Ellos) sea lo que es hoy. Y sé que es difícil a veces, que se ha perdido la fe en las ONGs, pero prometo que todo esto merece la pena.
Valle Rivero