Tom, miembro de Kleanbera y marido de Mery, fue quien hizo de intermediario en esta bonita historia que como quien dice, acaba de empezar. Aprovechó una de nuestras reuniones con la CBO para hablarnos sobre los planes de su mujer que había llegado hace unas semanas de su zona rural cansada de tener a su familia separada por más de 600 kilómetros y no ver resultados de mejora.
En los primeros días buscaron un local donde poder empezar un pequeño negocio en Kibera. Juntaron algo de dinero para pagar la primera mensualidad del alquiler de un local a una familia que se iba de la zona y pidieron prestado el material para poder empezar.
Desde el primer día han tenido abundante clientela, vecinos dispuestos a ayudarles, y sobre todo, muchas ganas de trabajar. El único problema era, como siempre, la falta de fondos para procurarse su propio material. Ni siquiera disponían de lo necesario para comprar de una sola vez un saco grande de patatas y los litros de aceite que necesita la freidora.
En este punto recurrieron a nosotros. Nos propusieron que les concediéramos un crédito para que pudieran comprar la maquinaria y hacer la primera inversión en materiales. Antes que nada, quisimos conocer el local y sobre todo a Mery, la protagonista. Vimos con nuestros propios ojos como, por la pequeña tienda que Mery regenta, pasan clientes constantemente, a los que atiende con máximo respeto y amabilidad; y cómo ella trabaja sin parar con energía y optimismo. En definitiva, vivimos en primera persona el valor y el espíritu emprendedor de esta gran mujer.
Mery estudió hasta Class 8, lo equivalente a segundo de la E.S.O en España. Aunque siempre insistió a su padre en su necesidad de seguir formándose, éste nunca pudo pagarle ninguna escuela de secundaria ni academia profesional por lo que trabajaba en la huerta de su familia. Con 16 años se casó con Tom y llegó su primogénito. La familia se trasladó a Nairobi, donde vivían en un cuarto que se inundaba con las mínimas lluvias. Mery trabajaba limpiando otras casas por 1 euro al día. Tom, fontanero de profesión, salía de casa cada día en busca de trabajos sueltos. Cuando la situación se volvía insostenible en la ciudad, Mery regresaba con su hijo (y con los 2 que vinieron después) a la zona rural.
Han vivido así durante largos años y ahora que sus hijos tienen la edad suficiente para vivir sus propias vidas, Mery sólo piensa en que éstas sean mejores que la que ella tuvo. Tiene muy claro que el dinero que consiga con el negocio lo invertirá en la educación de sus hijos y en ofrecerles a éstos una ocupación en el local familiar si así lo desean. Mery, a diferencia de muchas mujeres en Kenia (especialmente en las zonas rurales), trabaja por disponer de sus propios ingresos: «imagínate que a mi marido le pasa algo, o que no nos entendemos y tenemos que separarnos. ¿Qué sería de mí y de mis hijos si no aprendo a hacer nada?, ¿qué comemos, con qué me visto?; necesito ser independiente» Nos explica.
Tras conocer a la familia y el negocio procedimos como lo hacemos habitualmente: hicimos un business plan para asegurar la rentabilidad, calculamos la inversión inicial y hemos acordado con ellos hacerles un préstamo en concepto de bienes. Esto supone realizar una inversión de unos 330 euros al cambio para comprar la maquinaria necesaria para poner en marcha el negocio.
Os iremos informando de las novedades, por el momento estamos encantados de que Mery y Tom empiecen a formar parte de esta familia que es Más Por Ellos.