Me agarró la mano, me miró fijamente y me bautizó como Musyoka. ¿Por qué?, le dije esperando algún tipo de respuesta. Eric, me sonrió con esa sonrisa bonachona y profundamente sincera. Musyoka, significa que siempre vuelve para quedarse.
Y aquí estoy, contando las horas para volver a Kenya por tercera vez. Kurudi Kenya, regreso a Kenya.
No sabría explicar de manera breve por qué vuelvo. Creo que la capacidad de sorprenderme en cada estallido a mí alrededor sigue atrayéndome como un imán. La tranquilidad que respiro paseando por Tala o la constante intención de fundirme en las paredes de Kibera.
Recuerdo que escribí mucho. Todo aquello que necesitaba expresar y plasmarlo en un papel arrugado de emociones e impoluto de sonrisas. Ahora, leo lo escrito para pensar que sigo ahí.