Poco a poco he aprendido cómo funcionan estas organizaciones; el sentir de la satisfacción personal que te proporcionan. Pero si tuviese que elegir algo, me quedaría con la gente que conoces en este tipo de proyectos: personas que te enseñan a valorar lo que verdaderamente importa. Sí, esto es lo que me ha hecho escribir estas palabras. Es difícil contar o resumir todas estas experiencias, pero me quedaría con una que de verdad me hizo querer hacer de estas actividades una parte de mi vida.
Ocurrió el año pasado, en Brasil, donde me encontraba estudiando arquitectura con otros tres amigos. Allí, siempre que podíamos, nos escapábamos de viaje. Cogíamos la mochila y a la aventura. En medio de estos viajes tuvimos la suerte de encontrar una organización:. Un teto para meu pais (Un techo para mi país). Esta ONG se dedica a proveer viviendas modulares a familias desamparadas en lugares marginales de Sudamérica. En Brasil actúan en diferentes favelas, y la idea de conocer una favela desde dentro me atrajo enseguida. No dude en apuntarme a colaborar.


Durante los días siguientes trabajamos codo con codo con distintos miembros de la favela. El cooperativismo de su comunidad me dejo más que sorprendido, cuando diferentes vecinos venían a ayudar en sus ratos libres. ¿Cómo personas que no tienen nada pueden ofrecer su ayuda y su tiempo, mientras gente que lo tiene todo, y que por lo tanto ayudar les debería costar menos, no lo hacen?


El proyecto de Más Por Ellos me enamoró desde el primer momento, y no tardé ni dos minutos (literalmente) en decidirme a formar parte del proyecto. Empezamos a dar los primeros pasos y construímos un equipo fuerte, comprometido, y que de verdad sintiese el proyecto y lo defendiese. Comenzamos a pulir la idea, cómo hacerlo sostenible, qué parte de innovación tecnológica tendría, cómo funcionaria… Para contrastar con profesionales del sector ajenos a nuestra organización, y que nos dijesen sin pelos en la lengua las carencias del proyecto, nos presentamos a distintos concursos de emprendimiento. Así es como hemos ido mejorándo día a día hasta llegar a este punto…¡Y lo que queda! No me interpretéis mal, ese «y lo que queda» son puras ganas e ilusión, y por qué no confesarlo, algo de vértigo en determinados momentos. Pero para paliar estos breves instantes de pánico, estáis vosotros, quienes desde fuera, confiáis en el proyecto y nos apoyáis. ¡Gracias!
Nunca estuve en África, y por fin este agosto, en un mes, lo voy a conocer. Ya os iremos contando desde ahí, pero el plan es utilizar ese tiempo para comprar el terreno, en el que en enero construiremos un orfanato para 60 niños, y un colegio para un total de 180 alumnos. Nunca estuve en África, pero cada persona que ha estado me ha contado cómo te enamoras, cómo tiene algo diferente de todo lo que conoces, algo mágico. Nunca estuve en África pero ¡¡nos vamos ya!!
SÍGUENOS TAMBIÉN EN FACEBOOK (Más Por Ellos), INSTAGRAM (@masporellos) Y EN TWITTER (@masporellos).