Soñar despierto

Entras en un corredor oscuro, caminas tres o cuatro pasos, te paras, respiras hondo, y vuelves a pestañear para saber si tu sistema visual perceptivo no ha errado. Tras volver a levantar tus párpados, te percatas de que lo que estás observando no es producto de tu imaginación, y quizás lo que algún día te habían contado no era exagerado y en absoluto desorbitado. Sino que está ahí, delante de tus ojos. Aproximadamente unos 150 niños se disponen sentados en el suelo de un pasillo que carece de luz y de claridad. Sí, sombrío, apagado. Te quedas atónito, estupefacto, pasmado.

A pesar de todo, decides avanzar para contemplar qué se sucede en las habitaciones contiguas. Subes las dos escaleras que se ubican justo antes de la entrada al cuarto, igualmente lúgubre. En ese lugar, vuelves a percibir como alrededor de una centena de niños se acumulan en un espacio de apenas 40 metros cuadrados. Respiras hondo nuevamente y tragas saliva.

Observas a tu izquierda una niña de unos tres años de edad y con una indumentaria verdaderamente deteriorada. Camina hacia ti. Te sonríe, le sonríes. Te conectas con ella y un sentimiento cargado de emoción provoca un fragor significativo que alcanza el más recóndito emplazamiento de tu ser. Te abraza, le abrazas. Ahora es tu corazón el que se atribuye la función que le fue encargada a tu cerebro. Sientes, padeces, pero también piensas y entiendes con el órgano vital.

 

A tu derecha, otro menor de aproximadamente ocho años de edad juega con un sucio objeto metálico que no cesa en llevarse a la boca. Parece que su estómago le estuviese demandando a gritos un pellizco de sustento que calmase su apetito. Te observa fijamente, te examina, y te ofrece una interminable sonrisa.

Tras sucesivos enlaces cargados de positivas sintonías con otros de los pequeños, decides subir por las escaleras de ese lugar. Atraviesas el pasillo y contemplas una puerta deteriorada, que ilustra y acecha lo que descubrirás al traspasarla. Una vez superada, te adentras en un lugar pequeño. Nuevamente calculas. Supones que unos 30 metros cuadrados, en los que se acumulan objetos a doquier. Contemplas las paredes sucias y como un total de 20 camas dispuestas en literas de dos cubren prácticamente el 100 por 100 de la extensión del espacio en el que te hallas. Te topas con una niña que te aclara cómo se administran a la hora de dormir. Un total de 100 niñas “descansan” en dicho dormitorio. Calculas. Resuelves que son 5 las niñas que se deben aglomerar en cada uno de los colchones. Continúas dialogando con la pequeña. Igualmente, te hace saber que en ese emplazamiento hay ratas, en ocasiones no tienen ni un solo bocado para llevarse a la boca y cuando llueve el agua irrumpe a través del fracturado tejado. Tras unos minutos de aprendizaje, te sonríe, le sonríes y abandonas la habitación.

Decides sentarte en uno de los escalones por los que previamente habías pasado. Te apoyas suavemente en él. Te llevas las manos a la cabeza al tiempo que tus codos descansan sobre tus rodillas. Y tras haber visto alrededor de unos 250 niños en unas condiciones ciertamente adversas y desfavorables, inspiras, expiras. Vuelves a cerrar los ojos. Analizas la dificultad de la situación, buscas diversas alternativas a la realidad de esos pequeños. Reflexionas.

Pasados unos instantes permites que tus pestañas asciendan nuevamente en dirección a tu frente. Abres los ojos lentamente. Te encuentras en otro emplazamiento muy distinto, el centro de acogida en Tala. Es amplio, espacioso, dilatado. Las habitaciones permiten el descanso de los niños. Vuelves a cerrar y a abrir los ojos, y sí, compruebas como una fascinante vegetación cargada de color, color esperanza, tiñe las cabañas que se convertirán en el nuevo hogar de esos pequeños.

 kkkk

Y con tu mente despejada y los ojos bien abiertos, comprendes que la sonrisa de cada uno de ellos está al alcance de tus manos, es manifiesta, patente. En ese preciso instante, al tiempo que contemplas el horizonte, reconoces que puedes soñar despierto, y lo harás todos y cada uno de tus días.

Javi

 

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