Una clase para cambiar el mundo

Una clase para cambiar el mundo

“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, decía Nelson Mandela. Si queremos que los problemas de una sociedad sean superados, primero deberemos educar a esa sociedad, dotarla del conocimiento y las herramientas necesarias para el cambio. 

Esto es algo de lo que Grace Humanitas, uno de nuestros colegios apadrinados en Kibera (Kenia), es muy consciente. Y a pesar de estar situado dentro de un slum, con todo lo que eso conlleva, destaca por estar lleno de motivación y ganas de cambiar el mundo.

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Las limitaciones de Grace Humanitas, extrapolables también a otros colegios de Kenia, son numerosas y conocidas: abandono escolar por falta de recursos; mínimo o inexistente apoyo por parte del gobierno en los diferentes aspectos de la educación;  sistema educativo muy clásico basado en el aprendizaje a través de la repetición; unos profesores y profesoras poco formados en la materia educativa…

Estas limitaciones son de sobra conocidas pero, ¿sabemos si Grace Humanitas, y la educación Keniana en general, tiene algo que ofrecernos? ¿Tiene alguna virtud? ¿Algún punto fuerte?

La respuesta es sí, Kenia también tiene cosas que enseñarnos y de las que pueden estar orgullosos. Aspectos en los que destacan por encima de muchos otros sistemas educativos de países más desarrollados, elementos que también deberían ser tenidos en cuenta.

En primer lugar, destacan por tener unos profesores altamente motivados y cooperativos. Docentes que a menudo no poseen la formación necesaria pero que se esfuerzan cada día en mejorar el aprendizaje dentro del aula y en compartir sus experiencias con otros profesores para avanzar, algo de lo que a veces carecemos en España por ejemplo.

Los docentes son conscientes de que no tienen la solución para todos los problemas pero quieren encontrarlas juntos, con otros profesionales de su comunidad, para mejorar así sus propios entornos. Mejoras que salen de la comunidad para la comunidad. ¿Hay algo que pueda funcionar mejor?

IMG_8422 © Kubuka/2016/Luis Lanchares

En segundo lugar, unos alumnos y alumnas excepcionalmente motivados e ilusionados por aprender, conscientes de lo privilegiados que son cada día que ponen un pie en sus aulas. Los niñas y niños de Grace Humanitas ven la educación como un bien que deben cuidar y valorar, ya que les puede abrir las puertas a un futuro mejor. 

Por otro lado, Grace Humanitas representa una corriente educativa que considera la transmisión de valores en las aulas como esencial. La escuela no es solo un espacio para volcar conocimientos en las cabezas de los alumnos como muchos profesores siguen pensando, es un espacio para la reflexión, para el aprendizaje de valores, para el debate…

Dentro de las aulas de Grace Humanitas los libros cobran la misma importancia que las estrategias para la vida diaria, el desarrollo de un análisis crítico y la capacidad de diferenciar situaciones de injusticia. Y todo esto con el objetivo de apoyar el desarrollo de estas niñas y niños para que, una vez más, puedan cambiar su mundo.

humanitas © Kubuka/2016/Luis Lanchares


Imaginemos ahora que el gobierno de Kenia tuviera los recursos y la intención de apoyar la educación
como lo hacen países como Finlandia o España, donde los sistemas educativos son excelentes en muchos aspectos. ¿Hasta donde podrían llegar? 

Estas herramientas, recursos y formación, que en otros países a veces desaprovechamos, se sumarían al gran trabajo humano y cooperativo, a la cercanía y a la ilusión con la que los kenianos afrontan el proceso de transmitir conocimiento. Y esto es, en mi opinión, pondría sin duda a Kenia a la cabeza de los rankings educativos mundiales.

humanitas2© Kubuka/2016/Luis Lanchares

La experiencia en Kenia me ha enseñado que debemos reflexionar más sobre la educación, apoyar a nuestros profesores y profesoras, analizar nuestras fortalezas y debilidades y abrir nuestra mente a otras realidades de las que también podemos aprender para mejorar nuestros sistemas educativos.

Durante estos meses he aprendido que Kenia, con su ilusión, cooperación y motivación por la educación es un ejemplo a tener en cuenta y considero que, con los recursos y apoyo suficientes, se convertirá en una referencia a nivel mundial y podrán lograr a través de la educación de sus niños el tan ansiado cambio. 

Isabel Lanchares, voluntaria de Kubuka en Kenia, ha sido profesora de primaria en Finlandia, Nueva Zelanda y España.

 

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