Desde que fui a Kenia en Mayo del 2014, me apasionó el proyecto de Más Por Ellos. Me parecía increíble todo lo que estaba viviendo, y todo el impacto positivo que la organización estaba teniendo en un slum de casi un millón de personas gracias al esfuerzo de un grupo de jóvenes (diez en concreto en ese momento).
Eso me impactó, y aún recuerdo esa primera reunión que tuve en Madrid con ellos en Sony´s, a la que yo iba intimidada y con miedo de no causar una buena impresión. En cuanto les conocí me sentí a gusto e integrada. Vi que eran jóvenes como yo, con una carrera o un trabajo, con sus hobbies, con vidas atareadas, planes y sueños, cada uno diferente pero unidos por una misma causa, la causa de Más Por Ellos.
Ninguno era experto en África, ni en como gestionar un orfanato, ni en el sistema de los microcréditos, ni en apadrinamiento de colegios, pero querían hacerlo. Se dice que “querer es poder”, así que con mucha humildad se informaron, preguntaron, aprendieron y lo sacaron adelante.
Entonces pensé que si ellos podían yo también, yo tampoco sabía mucho de nada pero sí que sabía aprender. Ese grupo recibió mi oferta de ayuda con los brazos abiertos, me dieron una función y me enseñaron a desarrollarla, recibían encantados mis ideas y yo absorbía todas las suyas.
Desde entonces ese equipo es como una segunda familia. Hemos ido creciendo y creciendo, y en tan solo 6 meses esta familia se ha duplicado, y a mi no me paran de sorprender. Cada uno somos diferentes, unos completamente opuestos a otros en todos los sentidos; desde sus gustos, sus profesiones hasta sus ideas y formas de pensar. De esto sale lo más bonito, de nuestras diferencias, unidas en unos mismos valores y una misma misión.
Con ese objetivo en mente, juntamos nuestras diferencias y salió una unión maravillosa, en la que está lo mejor de cada uno.
Para mí, formar parte de este equipo es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida y algo por lo que estoy profundamente agradecida. Desde que formo parte de esta familia no he parado de aprender, de descubrir cosas nuevas, de ampliar mi mente y superar mis limites, de sentirme apoyada y sobre todo útil, muy útil.
No somos una familia perfecta ni mucho menos, nuestras diferencias a veces también nos dificultan el camino, nos hacen ir más lento y provocan discusiones. Pero al final, siempre pensamos en el fin último de todo lo que hacemos, pensamos en toda esa gente que recibe nuestro apoyo, pensamos en todos esos padrinos y socios que confían en nosotros, y nos damos cuenta de que lo que nos motiva y nos une es mucho mas fuerte que lo que nos diferencia.
Quisiera dar las gracias a cada uno de los integrantes de esta gran familia, por aportar lo más valioso que tiene una persona: su tiempo. Por dedicar ese tiempo a nuestra causa, por no tirar la toalla nunca y por no dejarse vencer por las dificultades. Por todo lo que aprendo cada día de cada uno de vosotros, y porque como dice un proverbio africano, “If you want to go fast go alone, but if you want to go far go together”.
Valle