Kibera ha sido un lugar olvidado por el gobierno Keniano durante mucho tiempo. Hasta hace una década solo había dos colegios públicos, uno de ellos construido por el gobierno colonial. Esta situación de abandono fue atrayendo a numerosas ONG como MSF y AMREF que llevan años tratando de cubrir este espacio con sus proyectos.
Además, la problemática del slum ha provocado que muchos de sus residentes se organicen en grupos para crear sinergias y salir adelante por sí mismos. Ésta es la razón de ser de cientos de cooperativas de mujeres, jóvenes, grupos de ahorro y de inversión a lo largo y ancho del barrio de chabolas. A través de estos grupos, los habitantes de Kibera unen fuerzas para impulsar proyectos como la instalación de tanques de agua potable, letrinas, o la construcción de colegios privados.
Debido a la inacción del gobierno en el área, la basura es una plaga totalmente indomable desde hace tiempo. Además, la mala planificación urbanística, que no deja ni un espacio entre las casas para depositar los residuos, provoca que se abandonen en cualquier lugar dejando un paisaje de desechos que nos acompaña a cada paso.
Los grupos de jóvenes creyeron encontrar una solución: la recolecta de basura puerta por puerta. Multitud de grupos organizados entregan semanalmente bolsas para recoger la basura a los vecinos, para después recogerla llena a cambio de 20 céntimos.
Sin embargo, estos grupos se han dado cuenta de que su sistema se trata de «un pequeño parche» y no soluciona completamente el problema de la gestión de residuos ya que el vertedero público que el gobierno ha designado para los vecinos de Kibera está a más de 50 kilómetros de sus casas. Además, en este lugar abundan las mafias que obligan a los camiones privados que transportan la basura a pagar por depositarla.
Esto crea un conflicto doble en relación al coste del transporte ya que los grupos de jóvenes no pueden permitirse alquilar una camioneta para llevar la basura y además no tienen el dinero para pagar a estas mafias, lo que puede traerles serias complicaciones. La solución para muchos de ellos termina siendo depositar la basura en el río que baña el Nairobi Dam, el embalse que colinda con Kibera.
Existe otra opción. Se podría pedir ayuda al gobierno regional que cuenta con un departamento de medioambiente y de tratamiento de residuos y dispone de una serie de camiones para su transporte, y al ser públicos, no están obligados a pagar por depositar esa basura. Pero no podemos hacerlo solos.
Existe una necesidad de trabajar juntos, de unir fuerzas para atacar el problema de forma efectiva y sostenible a largo plazo. Más Por Ellos tuvo esa visión e impulsó Kleabera Sacco, una cooperativa que aúna diferentes grupos de jóvenes y busca facilitar su acceso como grupo de influencia a las decisiones del gobierno local, permitiendo por fin tener servicios básicos como el tratamiento diario de nuestros residuos.
Esperemos que en este nuevo año sean muchos más los grupos que compartan esta visión y estas ganas de hacer de Kibera un lugar más limpio, y sobre todo más digno, como son quienes habitan en él.